supersticiones rusas

Cuando uno entra en la cálida y siempre perfumada cocina de una babushka, con sus paredes decoradas por porcelana antigua y sus tazas de té nunca vacías, no solo encuentra recetas de los tiempos del zar o historias de la época soviética. Las babushkas son guardianas de una sabiduría popular, transmitida por generaciones, que mezcla lo cotidiano con lo mágico. Aquí, supersticiones y consejos que a muchos nos dejan perplejos son su pan de cada día. Veamos, entonces, algunos de los encantos, tabúes y creencias rusas que sobreviven al tiempo y a la lógica.

1. No te sientes en la mesa de la esquina

Olga, una babushka de la fría región de Yaroslavl, recibe a su nieta, Katya, en la mesa de la cocina. Katya, que no había escuchado la advertencia de su abuela, se sienta justo en la esquina. Olga rápidamente la reprende:

  • “¡De la esquina, nada de eso! Una chica que se sienta en la esquina de la mesa no se casará en siete años.”
    Katya se ríe, pero no le dura mucho la sonrisa cuando su abuela le cuenta, con seriedad inquebrantable, que esta superstición ha evitado bodas desafortunadas por siglos. Al fin y al cabo, según las babushkas, en la esquina solo se sienta quien no quiere tener un amor eterno, y esa es una lección que no se toma a la ligera.

2. La maldición del pájaro en la ventana

Imagine la siguiente escena: nuestro protagonista, Ivan, un joven de Moscú, está trabajando en casa y de repente escucha un “toc, toc” en la ventana. Al mirar, ve a un pequeño pajarito posado en el marco. La madre de Ivan, Svetlana, entra justo en ese momento y pone el grito en el cielo:

  • “¡Ivan! ¡Eso es mal augurio! Un pájaro en la ventana trae noticias de tragedia.”
    Ivan se encoge de hombros, pero Svetlana cierra la ventana con rapidez, murmura una plegaria para alejar la mala suerte, y hasta le lanza al pájaro una mirada de advertencia. Esta superstición está tan extendida en Rusia, que algunos evitan incluso tener pájaros de adorno en casa. Después de todo, en las tierras rusas, la relación entre la naturaleza y el destino es profunda.

3. El espejo roto y el doble de desgracia

¿Quién no ha roto un espejo alguna vez? Pero cuidado, en la cultura rusa, este error no solo trae los famosos siete años de mala suerte; también es una llamada a un doble infortunio si no se limpia correctamente.
Cuando la pequeña Masha rompió un espejo en casa de su tía Larisa, la babushka del barrio, Larisa no se limitó a recoger los pedazos. Le ordenó a Masha que tocara tres veces el marco roto y que repitiera: “lo que se rompió, roto quedó; mi vida, intacta se mantendrá”.
Este encantamiento o “curación de emergencia” es algo que las babushkas practican casi por instinto, y se cree que ayuda a suavizar la mala suerte.

4. No te despidas en la puerta

Alyosha estaba visitando a su amigo Sasha, pero cuando llegó la hora de irse, Sasha hizo un gesto para acompañarlo hasta el umbral de la puerta. Justo cuando iban a despedirse, la madre de Sasha interrumpió la escena:

  • “¡Ni se te ocurra despedirte en la puerta! Si quieres ver a tu amigo de nuevo, despídanse dentro de la casa”.
    Alyosha y Sasha se miran, divertidos pero obedientes. Para las babushkas rusas, despedirse en el umbral puede traer mala suerte en la relación. Esta costumbre tiene raíces profundas, y se cree que incluso evita “despedidas eternas” o rupturas sin regreso.

5. Silbar en casa trae pobreza

Nadie en la familia Filippov se atreve a silbar bajo el techo de su hogar. Cuando el joven Yuri intentó hacer un “silbidito” para llamar a su perro, su abuela Natalia le lanzó una advertencia severa:

  • “¡Silbar en casa es silbarse la riqueza!”
    Yuri, confundido, dejó de hacerlo al instante. Según la tradición, cada silbido dentro de la casa ahuyenta la fortuna, una creencia que proviene de la época en que los rusos consideraban el hogar como el lugar más sagrado de todos. Silbar era como ahuyentar las buenas energías que traen prosperidad.

Un toque humano: ¿Por qué seguimos estas costumbres?

Aunque los tiempos cambian, y las generaciones jóvenes se inclinan cada vez más hacia la lógica moderna, la influencia de nuestras babushkas perdura. Tal vez las supersticiones sean un recordatorio de que, detrás de la ciencia y la tecnología, hay un mundo mágico en el que el amor por los nuestros, el deseo de protección y el respeto por lo desconocido aún tienen un lugar importante.

Estas creencias son un recordatorio de las raíces profundas, un lazo que une a todos los rusos, más allá de las generaciones, en la búsqueda de bienestar y buenos augurios. No hace falta creer en cada superstición para apreciar la belleza de estas costumbres; basta con saber que, al menos, nos dan algo de lo cual reírnos, sorprendernos y, quizás, un poco más de razones para no sentarnos en la esquina de la mesa.


Esta historia y las supersticiones mencionadas forman parte del encanto y la particularidad de la cultura rusa. Porque al final, si bien no todos creen en la magia, todos amamos un buen cuento contado por una babushka con alma de narrado

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